Espabila. El tiempo pasa y la vida sigue invitándote a que la vivas. No sé tú…pero yo me desperté un día y me di cuenta de que el tiempo tiene los días contados, de que a veces es ahora o nunca y de que prefiero arrepentirme de mis renglones torcidos que llorar por lo que se me quedó en el tintero. Que malo conocido no siempre vale más que bueno por conocer y que cientos volando son mucho más felices porque un pájaro atrapado se muere de tristeza.

Y si al final sólo se trataba de reír a carcajadas hasta que me doliera la quijada y de amar sin miramientos hasta que mis cicatrices acabaran convirtiéndose en condecoraciones de guerra? Y si después de todo, lo único importante era comerme a dentelladas la vida sin hacer preguntas y sin esperar respuestas?


Y si al final sólo se trataba de gastar el tiempo, de sumergirme en el ahora y vivir lo que sueño?
Y si era tan fácil como hacerme una hoguera y quemar mis patéticas excusas y mis fantasmas inútiles y luego escupir en ella mi maldito hábito de quedarme varada en la rutina…?
Y si tatuarme en el alma unas alas no era tan descabellado? 

Piérdete un poco, anda, que no siempre el camino que conoces te lleva a donde siempre quisiste estar. A veces hay que explorar y mirar a la cara al miedo, que los fantasmas nunca están ahí cuando uno enciende la luz. Y por favor…no mires atrás. Allí no hay nada nuevo y tú, ya no vas en esa dirección…

No sé tú… pero yo, hace un tiempo que solté amarras. Esas que me mantenían siempre a flote soñando con navegar mar adentro, pero continuamente dormida al abrigo del puerto. Decidí cruzar el puente hacia la felicidad y aunque suene a “carretera hacia el cielo”… te aseguro que aún no me he muerto. De hecho, estoy más viva que nunca.   Y si al final sólo se trataba de cerrar los ojos, abrir los brazos…y saltar? 

Compartir